¿Alguna vez has estado ansioso por todo en la vida? ¿Alguna vez te has culpado por no poder mantenerte enérgico todo el tiempo cuando no te sentías bien? Hoy quiero compartir contigo una historia sobre aceptarte a ti mismo y seguir las leyes de la naturaleza.
A menudo nos sentimos ansiosos porque no podemos aceptar nuestra situación. Al igual que yo, una vez tuve un período de poca energía y sentí que había caído en el abismo de la vida y en el conflicto emocional interno. En ese momento, siempre quise vivir en otro lugar, viajar y hacer ejercicio, esperando que a través de estos métodos pudiera deshacerme de los problemas de mi corazón. Pero un año después, poco a poco fui comprendiendo que la ansiedad y el sentimiento subjetivo de que estaba en mal estado se debían en gran medida a que no me aceptaba a mí mismo.
En el viaje de la vida, siempre encontraremos varios altibajos. A veces estamos llenos de energía y somos creativos; otras veces estamos deprimidos, sintiéndonos agotados e impotentes. Pero estos son ciclos normales de la vida y no podemos evitarlos. Comencé a aprender a seguir las leyes de la naturaleza, los altibajos de la vida y las fluctuaciones de las emociones. Ya no me obligo a mantener un estado de alta energía, sino que me permito sentirme incómodo y volverme loco.
En el proceso de aceptarme a mí mismo, me encontré culpándome y siendo menos crítico conmigo mismo. Comencé a prestar más atención a mis necesidades internas, a valorar más mis relaciones con los demás y a disfrutar más cada momento de mi vida. Todavía estoy explorando mis propios límites, pero ya no lo hago para demostrar mi valía, sino para comprenderme mejor y vivir un yo más auténtico y completo.
Ahora, cuando caigo en un bajón emocional o en una vida que parece indisciplinada, me digo a mí mismo: no importa, esto es un viaje y una parte del juego. Voy a vivirlo, a sentirlo, porque sé que siempre vendrán tramas nuevas. El mundo es un gran patio de recreo, ¡divirtámonos juntos!
Permitirnos sentirnos incómodos y locos no significa que nos rendimos con nosotros mismos, sino que aprendemos a ser más tolerantes con nosotros mismos. Ya no vivimos para satisfacer las expectativas de los demás, sino para vivir nuestro verdadero yo de carne y hueso. Cuando realmente podemos aceptarnos y amarnos a nosotros mismos, podemos enfrentar con valentía todos los desafíos de la vida y vivir una vida más emocionante y significativa.
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